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Homilía para la Eucaristía del domingo 26 de marzo de 2017.

Paz y Bien para todos ustedes. Pastor.
Fuente :https://www.laicoscapuchinos.cl/laicos/index.php/category/homilia-del-domingo/

DOMINGO CUARTO DE CUARESMA.

1.-1Samuel 16,1.5-7.10-13: elección y unción de David como rey de Israel. Resalta el texto la contraposición de los juicios del hombre y de los juicios de Dios: el hombre ve las apariencias, mientras que Dios ve el fondo del corazón del hombre.

2.- Efesios 5,8-14: el cristiano es iluminado por Cristo. Por eso se espera de él una vida nueva, diferente…santa.

3.- Juan 9,1-41: la curación del ciego de nacimiento. Ciego, es decir, que vive en tinieblas. Jesús le ilumina ya que El es la Luz del mundo. El texto es una catequesis bautismal, como la del domingo anterior: el agua viva.

1.- Lo que resalta en las lecturas de hoy es que Jesús es Luz y El viene a iluminar. En concreto, el Señor viene a abrirnos los ojos para que nos demos cuenta de nuestra situación. Porque esa es la verdad; el hombre, el mundo, ve, pero su visión es miope, no alcanza a ver la realidad. Samuel, el hombre de Dios, se dejó guiar por esta visión miope, se conformó con las apariencias y se equivocó. Y Dios no quiere eso, ya que esto es sinónimo de ceguera. En el mundo existe mucha miopía, se ve sólo las apariencias, lo que luce, y no todo lo que luce es oro.

El evangelio nos habla de un hombre ciego desde su nacimiento. Es la humanidad, somos nosotros que hemos nacido sin la luz de la fe. Sin esta luz andamos como de tumbo en tumbo, ya que no alcanzamos a darnos cuenta de nuestra triste situación. San Pablo en la segunda lectura describe muy bien la situación vergonzosa del mundo pagano, que vive en tinieblas.

2.- Por el bautismo el creyente ha sido iluminado y purificado. Jesús dice al ciego: “Ve a lavarte”. Efecto de esto: es iluminado, es transformado, ya que tiene una nueva identidad (la gente no sabe quién es él). El que era ciego reconoce en Jesús al Señor digno de adoración; hay una confesión de fe. Se resalta en el texto la transformación de la persona que acepta a Jesús. San Juan en su evangelio nos presenta a Jesús como el que viene a transformarlo todo: el agua en vino, purifica el templo, ilumina al ciego, trae vida en plenitud. Es que la salvación es eso: es transformación, es vida nueva.

3.- El convertido es el que tiene otra visión; todo lo ve desde la perspectiva de la fe. Otra es la visión desde la perspectiva de la carne. Por eso, un convertido, es decir, uno a quien Cristo le ha abierto los ojos, tiene una mentalidad nueva, no se comporta como los paganos, sino que, despojado del hombre viejo, renueva su mente por medio del Espíritu Santo (cfr. Efesios 4,17-20). Como bien dice san Pablo en el texto de hoy: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará”.

Hoy existen muchos que se llaman cristianos, porque fueron bautizados en su niñez, pero no han conocido a Cristo. Viven como paganos. La Iglesia primitiva bautizaba a los convertidos. Hoy hay que convertir a los bautizados. Muchos están como el ciego del evangelio que, estando ante Jesús no lo conocía, no sabía quién era El. “¿Quién es, Señor, para que crea en El?” Jesús le dice: “Tú lo has visto: es el que te está hablando”… y él exclamó: “creo, Señor, y se postró ante El”. Hay bautizados que necesitan darse cuenta quién es Jesús, lo experimenten”.

4.- Hoy día nos volvemos a topar con el Señor. El nos abrió los ojos y nos iluminó en el bautismo. Digamos que un bautizado debe tener los ojos de Cristo, las manos de Cristo, la boca de Cristo, para verlo todo como lo ve Cristo, para palparlo todo como lo palpa Cristo, hablarlo todo como lo habla Cristo.

Hoy estamos en “Siloé”, es decir, somos enviados a proclamar que Cristo es luz del mundo.

El efecto del bautismo es: iluminar al creyente.

Consecuencia del bautismo: el iluminado debe iluminar. Donde haya tinieblas podamos poner la luz, que es Cristo.

                                     Hermano Pastor Salvo Beas.