EDD. viernes 10 de marzo de 2017
Viernes de la primera semana de Cuaresma.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20170309
Libro de Ezequiel 18,21-28.
Así habla el Señor Dios:
Si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá.
Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá.
¿Acaso deseo yo la muerte del pecador -oráculo del Señor- y no que se convierta de su mala conducta y viva?
Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá.
Ustedes dirán: «El proceder del Señor no es correcto». Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido.
Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida.
El ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá.
Salmo 130(129),1-2.3-4.6.7-8.
Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.
Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
Él redimirá a Israel
de todos sus pecados.
Evangelio según San Mateo 5,20-26.
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Comentario del Evangelio por San Cipriano (c. 200-258), obispo de Cartago y mártir. La Oración del Señor, 23.
“Si en el momento de tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, … vete primero a reconciliarte con tu hermano.”
“Dios os juzgará del mismo modo que vosotros hayáis juzgado.” (Mt 7,2) El siervo al que el amo perdonó toda su deuda pero que no obró de la misma manera con su compañero, es echado a la cárcel. No quiso perdonar a su compañero y pierde así el perdón ya concedido de su amo. (cf Mt 18,23ss) En sus preceptos, Cristo enseña esta verdad con gran vigor. “Y cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas.” (Mc 11,25)
Dios nos manda que estemos en paz y buen entendimiento unos con otros, que vivamos unánimes en su casa. Quiere que, una vez regenerados, guardemos la condición a que hemos accedido por el segundo nacimiento. Ya que somos hijos de Dios, quiere que permanezcamos en la paz de Dios, habiendo recibido un mismo Espíritu, vivamos en la unión de corazones y de pensamiento. A Dios no le agrada el sacrifico de aquellos que viven en la discordia y la disensión. Nos manda que nos alejemos del altar para reconciliarnos primero con el hermano para que Dios acepte las oraciones ofrecidas desde la paz. La más hermosa ofrenda que se pueda ofrecer a Dios es nuestra paz, la concordia entre hermanos, el pueblo congregado por la unidad que existe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Libro de Ezequiel 18,21-28.
Así habla el Señor Dios:
Si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá.
Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá.
¿Acaso deseo yo la muerte del pecador -oráculo del Señor- y no que se convierta de su mala conducta y viva?
Pero si el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá.
Ustedes dirán: «El proceder del Señor no es correcto». Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es correcto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y muere, muere por el mal que ha cometido.
Y cuando el malvado se aparta del mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo preserva su vida.
El ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá.
Salmo 130(129),1-2.3-4.6.7-8.
Desde lo más profundo te invoco, Señor.
¡Señor, oye mi voz!
Estén tus oídos atentos
al clamor de mi plegaria.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor,
¿quién podrá subsistir?
Pero en ti se encuentra el perdón,
para que seas temido.
Mi alma espera al Señor,
más que el centinela la aurora.
Como el centinela espera la aurora,
espere Israel al Señor,
porque en él se encuentra la misericordia
y la redención en abundancia:
Él redimirá a Israel
de todos sus pecados.
Evangelio según San Mateo 5,20-26.
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Comentario del Evangelio por San Cipriano (c. 200-258), obispo de Cartago y mártir. La Oración del Señor, 23.
“Si en el momento de tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, … vete primero a reconciliarte con tu hermano.”
“Dios os juzgará del mismo modo que vosotros hayáis juzgado.” (Mt 7,2) El siervo al que el amo perdonó toda su deuda pero que no obró de la misma manera con su compañero, es echado a la cárcel. No quiso perdonar a su compañero y pierde así el perdón ya concedido de su amo. (cf Mt 18,23ss) En sus preceptos, Cristo enseña esta verdad con gran vigor. “Y cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas.” (Mc 11,25)
Dios nos manda que estemos en paz y buen entendimiento unos con otros, que vivamos unánimes en su casa. Quiere que, una vez regenerados, guardemos la condición a que hemos accedido por el segundo nacimiento. Ya que somos hijos de Dios, quiere que permanezcamos en la paz de Dios, habiendo recibido un mismo Espíritu, vivamos en la unión de corazones y de pensamiento. A Dios no le agrada el sacrifico de aquellos que viven en la discordia y la disensión. Nos manda que nos alejemos del altar para reconciliarnos primero con el hermano para que Dios acepte las oraciones ofrecidas desde la paz. La más hermosa ofrenda que se pueda ofrecer a Dios es nuestra paz, la concordia entre hermanos, el pueblo congregado por la unidad que existe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.