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Comentario al evangelio de hoy domingo 08 de enero de 2016

Epifanía del Señor, Dios para todos.

http://es.catholic.net/op/articulos/64095/epifania-del-senor-dios-para-todos.html#
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 8 de enero de 2017
Epifanía nos lanza a perseguir una estrella y a aceptar en nuestro corazón a este Niño que es Dios con nosotros, que es Dios para todos. Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo Coadjutor de la Diocesis de San Cristobal de la Casas

Lecturas:
Isaías 60, 1-6: “La gloria del Señor alborea sobre ti”.
Salmo 71: “Que te adoren, Señor, todos los pueblos”.
Efesios 3, 2-3. 5-6: “También los paganos participan de la misma herencia que nosotros”.
San Mateo 2, 1-12: “Hemos venido de Oriente para adorar al rey de los judíos”

En fiesta de Navidad la pequeña comunidad de Ichupio gozosa lleva a la misa todos las imágenes del Recién nacido. Hay “niños-dios” para todos los gustos. Colocados en una inmensa alfombra frente al altar se suceden unos a otros de todos los colores, sabores y tamaños. Quizás sean más de trecientas imágenes pequeñitas unas, enormes como niños gordos y crecidos, la otras; las hay de color blanco, con rostros purépechas y no faltan los rostros negros, negros, que rompen la monotonía del ingente desfile. Unos lucen su rostro nuevecito, otros en cambio traen las “cicatrices” de muchos años de vivir en los nacimientos y de sobrevivir un poco arrumbados el resto del año. Algunos no tienen dedos, otro presenta un ojo casi apagado; aquel de allá está un poco deforme y este otro tiene muy raras proporciones. ¿Cuál es el verdadero rostro de Jesús? Quizás sin pretenderlo los habitantes de esta comunidad purépecha con los múltiples rostros del Divino Niño están expresando una profunda verdad teológica: Dios asume el rostro de toda persona humana, es Dios de todos.

El Evangelio nos cuenta esta hermosa pero muy riesgosa aventura: hacerse rostro de amor para todos, asumir toda humanidad. Así nos lo hace saber San Mateo desde el mismo inicio de su evangelio. Jesús no se encierra en las estúpidas fronteras que han colocado los hombres, va más allá, rompe todos los horizontes, para llevar su luz y su Buena Nueva. En este domingo de Epifanía, o como popularmente llamamos “Fiesta de los Reyes Magos”, nos lo hace saber muy claro. Si los judíos esperaban un Mesías sólo para ellos, que diera brillo y honor al pueblo elegido, hoy San Mateo con una bella narración, llena de signos y figuras, nos lleva más allá de todo horizonte soñado por el pueblo judío. La salvación es universal. Es verdad que Cristo se ha encarnado en una cultura, ha asumido las riquezas y pobrezas de un pueblo, la Palabra se ha hecho palabra hebrea, ha recibido de ella su configuración y convivido con sus congéneres hebreos, pero no se limita a ellos, no se estanca ni se deja aprisionar por ellos. Su sueño y su misión van mucho más allá, hasta los confines del universo, a dondequiera que se encuentre un hombre o una mujer, para todos ha nacido, para todos trae salvación, para todos trae amor. La Epifanía es la manifestación de ese amor.

¿Cómo situarse frente a esta manifestación del amor de Dios? Pronto aparecen los dos bandos, cada cual con sus peculiaridades: los que se dejan seducir por una estrella y los que se quedan atrapados entre sus riquezas, ambiciones y codicias. Cada quien lucha por lo que quiere y cada quien sacrifica su vida por sus anhelos. Los “Reyes Magos” se lanzan locamente en la persecución de la estrella, nos les importa dejar su patria, dejar sus comodidades, indagar, cansarse; todo vale la pena cuando se persigue una estrella. Cuando se oscurece el camino, no se dan por desalentados, remueven,  preguntan incluso a quienes no quieren decirlo a pesar de saberlo. Los magos de Oriente con sus preguntas e indagatorias ponen en acecho la ciudad. Pero quieren encontrar ese Niño, ese Rey que viene no para un pueblo, sino para todos los pueblos, no para poner fronteras sino para unir corazones, para construir un único reino.

Herodes también indaga, también pregunta, pero para protegerse, para no correr ningún riesgo, para continuar en la misma situación. A él le dan la noticia, pero no se mueve; o bueno, se mueve pero para permanecer igual, para cuidar su poder, para sostener su injusto reinado y para ello es capaz de ser sanguinario y cruel como nos lo muestra la historia y como lo presentan los evangelios. Mata niños inocentes, destruye a su propia familia, ataca, se fortifica, se defiende, pero todo teniéndolo a él como centro. Hoy también hay naciones que cierran sus fronteras y ahogan en el hambre y la miseria a los vecinos. Hay poderes que se sostienen en la sangre y la mentira. Hay quienes construyen muros para no mirar el dolor del migrante y desplazado y hay quienes expulsan al hermano y lo exponen al peligro y a la muerte.

Y desde entonces, o desde antes, siguen las dos historias: unos hombres y mujeres que quieren construir un mundo de fraternidad, de comunión y compresión y otros que se sienten dueños únicos y absolutos del mundo y lo quieren para ellos solos. Hoy también aparecen estrellas que nos anuncian la presencia de Cristo Niño, y que nos invitan a ponerlo todo en la construcción de un mundo para todos;  y hoy también aparecen tentaciones que nos mantienen temerosos, anclados y sumisos, mirando como se derrumba el mundo soñado por Jesús. Hoy hay monopolios que matan, que destruyen. Un mundo invadido por el poder y el narcotráfico que sacrifica niños, que construye sus propios imperios, pero que se olvida de un mundo de fraternidad. Hay quien se apropia de “su dios”, para colocarlo como bandera y justificar sus iniquidades. Hay también quien generosamente abre el corazón y acoge al Dios hecho dolor en el pequeño y lastimado.

Epifanía, manifestación de Jesús. Epifanía presentación de un ideal. Los pobres fueron los primeros que acudieron a Belén, pero también hubo ricos que generosamente se arriesgaron y, dejando comodidades, siguieron la estrella. ¿Cómo andamos de ideales? ¿Cómo es el mundo que queremos construir? ¿Estamos dispuestos a sacrificar la vida con tal de seguir el ideal de Jesús? ¿Cómo es nuestra actitud frente al poder, frente al dinero: tenemos libertad o ha aprisionado nuestro corazón? Epifanía nos lanza a perseguir una estrella y a aceptar en nuestro corazón a este Niño que es Dios con nosotros, que es Dios para todos.

Padre de misericordia, que por medio de una estrella diste a conocer en este día, a todos los pueblos, el nacimiento de tu Hijo, concede a quienes te conocemos por la fe, contemplar, cara a cara, su presencia en cada persona.  Amén.