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Homilía para la Eucaristía del Domingo 01 de enero de 2017

Queridos hermanos. De todo corazón, como Párroco, junto al Consejo Parroquial, deseo a todo ustedes un feliz año, lleno de bendiciones. Que reine la paz en sus hogares. Paz y Bien.

SANTA MARIA MADRE DE DIOS.

 

Números 6,22-26: Bendecir = invocar el Nombre del Señor sobre el Pueblo, quiere decir actualizar, hacer realidad la elección por parte del Señor. Invocar su Nombre es garantía de benevolencia divina.

Gálatas 4,4-7: Pablo nos muestra la que fue la Encarnación:

-realizada por vía normal: nace de una mujer y sometido  a la ley.

-libera al hombre de la esclavitud y lo hace hijo – heredero.

Lucas 2,16-21: Jesús encontrado en los brazos de María, la Madre, la mujer creyente.

1.- Hace ocho días contemplábamos el misterio de la Navidad: Dios que llega a nosotros, que se hace hombre para salvarnos. Pero aceptar y celebrar la fe en la Encarnación trae consigo aceptar y celebrar el misterio de la Maternidad divina. Sí, María es la Madre de Dios. Jesús fue concebido en ella por obra y gracia del Espíritu Santo. María se convierte en Madre por su “Sí”. Los Padres de la Iglesia han expresado esto diciendo que María concibió mediante su escucha. A través de su obediencia la Palabra ha entrado en Ella y se ha hecho fecunda. Los Padres de la Iglesia llegan a decir que Dios nace en nosotros mediante la fe y el bautismo.

2.- Lo que decimos en el Credo es muy cierto: “Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen”. Esto creemos los cristianos, aunque los racionalistas lo ponen en duda o lo niegan.

Dios ha intervenido, ha actuado para salvarnos. Hay dos puntos en la historia de Jesús en los que la acción divina interviene directamente en el mundo material: el parto de la virgen y la resurrección del sepulcro. Estos dos puntos son un escándalo para el espíritu moderno. A penas se admite que Dios intervenga en lo espiritual, pero no en lo material. Pero Dios es Dios y su poder creador y de dar vida no se puede negar. Estos dos puntos son piedras de toque de la fe.

3.- Dios ha intervenido y hecho presente entre nosotros gracias al “sí” de María. Cristo es nuestra Bendición y nuestra paz.

La paz de Cristo no es como la del emperador, no es la del mundo. Es la paz que trae Él, que es para todos y en todos los tiempos. Los emperadores y gobernantes de todos los tiempos prometen prosperidad, paz. Pero cuando éstos se autodivinizan, se sienten irreemplazables, se pierde el progreso y la paz. El mundo siempre ha necesitado una paz verdadera, estable. Sólo Cristo la puede dar, Cristo presencia de Dios entre nosotros. El es nuestra paz y bendición, en Él Dios actualiza su salvación.

4.- Celebramos civilmente el Año Nuevo. Al saludarnos por Año Nuevo siempre deseamos prosperidad para los demás. Pero al desear lo mejor para los demás nos estamos comprometiendo con la paz.

En cada Eucaristía nos damos la paz y deseamos la paz al vecino. Que no sea un mero rito rutinario, sino un gesto de fe y de amor. Celebramos al Señor, Príncipe de la Paz; celebramos y entramos en comunión con el que nos trajo la paz. Y porque creemos en Jesús nuestra paz, la entregamos a los demás. Sólo aceptando a Jesús es como podremos trabajar por la paz en nuestro ambiente.

             Hermano Pastor Salvo Beas.

                 Párroco de San Miguel.