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Homilía para la Eucaristía del Domingo 11 de diciembre de 2016

Un cordial saludo a los feligreses. No dejen para el último día las donaciones para el paquete de Navidad. Pastor.

ADVIENTO III.

Isaías 35,1-6.10: alegre promesa: Dios viene a salvar. Señales: restauración, renovación de la naturaleza y transformación del hombre, el enfermo sana y el cobarde cobra valor.

Santiago 5,7-10: exhortación a la santidad de vida ya que el Señor viene. Por eso, paciencia, fortaleza, amor.

Mateo 11,2-11: Jesús demuestra su mesianismo con signos concretos: viene para los pobres, necesitados.

1.- El Señor está cerca. Esto se puede entender en el sentido que está a corta distancia y que el Reino está dentro de nosotros mismos.

 Sea como fuere la cercanía del Señor se tiene que notar. Y es lo que los Profetas anunciaron. Si tomamos en cuenta lo que nos dicen los textos, señales de salvación son la transformación, la restauración, la sanación. Evidentemente que las imágenes usadas por el profeta no se han de tomar literalmente. Pero lo importante es que la presencia del Reino se debe notar. Porque el peligro es ideologizar la salvación, reducirla a conceptos bonitos, pero inalcanzables. Las verdades reveladas se demuestran por sí mismas. De lo contrario serían meras teorías.

Es interesante ver cómo las tres lecturas apuntan a lo mismo: señales de la venida del Señor, de su presencia entre nosotros.

2.- El Autor de todo es el Señor, ya que El es el único que salva. Cuando El se hace presente realiza salvación.

La presencia de Jesús produjo más de una controversia en el ambiente de su época. Ya que muchos esperaban un mesianismo de corte político. Podría ser que el Bautista o sus discípulos estaban en la duda; de allí la comisión que le va a hacer la pregunta. La respuesta del Señor es clara: los ciegos ven, los paralíticos caminan, etc. El evangelista utiliza las mismas imágenes que Isaías. Y agrega: “Feliz aquel para quien Yo no sea motivo de tropiezo”. ¿Por qué?  Por las falsas imágenes que se tenían del Mesías esperado.

3.- El mundo está lleno de promesas, algunas muy demagógicas, otras que llegan a dar miedo. Creo que lo que Jesús dijo en otro lugar es muy válido: “Por sus frutos se conoce el árbol”. Cuando en el ambiente, ya sea nacional, local, hogareño o laboral reina la inseguridad, el  miedo, el descontento, la injusticia, todo esto es señal que el Reino allí no es una realidad. Cuando existe un clima enrarecido, de desconfianza, de descalificación y no perdón, quiere decir que todavía no llega el Señor a esos lugares. No nos hagamos ilusiones.

4.- Hemos de crear un clima navideño. El Apóstol Santiago nos invita a una santidad de vida ya que viene el Señor. El clima navideño no consiste en luces, adornos y gastos innecesarios. La presencia del Reino de Dios se nota de otra manera. San Pablo nos dice: “El Reino de Dios no consiste en comida o bebida, sino en el don de Dios que nos hace justos, en la paz y alegría en el Espíritu Santo”. El estilo de vida será la mejor señal de que estamos en el Reino, lo estamos viviendo. Lo demás es hojarasca que se lleva el viento.

Como Iglesia, como comunidad de creyentes, debemos dar señales claras que esperamos y creemos en el Señor. La espera de la venida del Señor, del Reino condiciona la vida del cristiano. Debemos saber tener paciencia, fortaleza y caridad, especialmente en los momentos  conflictivos.

En la Eucaristía hay presencia del Señor, es el Banquete del Reino. Esto trae consigo salvación, la que hemos de hacer realidad en nuestros ambientes. Al salir de esta celebración hemos de estar dispuestos a dar señales de Reino: no más cegueras, no más parálisis, no más violencia y miedo. Miren que el Señor está por llegar.

                                                                       Hno. Pastor Salvo Beas.