Skip to main content

Reflexión de Adviento.

ADVIENTO 2016: DESPERTARNOS A LA VIDA Y A LA FE.
http://www.obispadodevalparaiso.cl/reflexiones.php

El Adviento es un llamado del Señor a vivir en la profundidad de nuestra vida y de nuestra fe; es dejar de vivir en la superficie de las cosas y acontecimientos. Todos nos damos cuenta cuando nuestra vida va por lo superficial, la vanidad, lo mundano. Lo aparente, lo pasajero, lo que no tiene asidero firme en la vida no llena el corazón. Vivir superficialmente es vivir en la cáscara de la vida y no en la médula.
El Señor en este Adviento nos llama a profundizar, a volver al centro de nuestra vida- como dice el Evangelio: volver al corazón. Dejar la formalidad externa, sacudirnos la rutina y la costumbre arraigada para entrar en lo profundo de nuestro ser (no de nuestro quehacer). Dejar de vivir evadidos, evitando encontrarme conmigo mismo y con el Señor. Vivir no haciendo el quite a lo grande de la vida.
Como dice Pilar Sordo en su último libro: actuamos como en automático, sin detenernos a reflexionar. Como dice un grafiti en Quillota: ¿vives o pasas el rato?
Los evangelios nos dirán que debemos vivir conscientes, despiertos: estén preparados (primer domingo) conviértanse (segundo) se anuncia la conversión (tercero) san José en sueños escucha a Dios (cuarto) El Señor viene, el Señor está, el Señor está pasando.
Como nos dice el Principito: sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos.
Aparecida nos dice: 36. En este nuevo contexto social, la realidad se ha vuelto para el ser humano cada vez más opaca y compleja. Sin la luz de la fe quedamos a oscuras, en tinieblas. Sin oración no podemos discernir.
Algunas figuras o analogías del Adviento nos pueden ayudar:

  • El adviento es un despertador (P. José Aldazabal): busca hacernos salir de la inconciencia en que vivimos, nos saca de los sueños y de la irrealidad. Nos despierta, nos abre a la realidad, a lo concreto de cada día. Nos encarna en la realidad como Jesús.
  • El adviento es una sirena: nos hace estar alertas, en tensión. Nos saca de la rutina y nos llama a reaccionar. Rompe nuestra comodidad, dejar la cultura del sillón.
  • El adviento es una campana o timbre: nos llama a cambiar de actividad, nos ayuda a discernir el motivo de la campana. Nos invita a discernir en los acontecimientos los llamados de Dios.
  • El adviento es un terremoto: nos mueve el piso, nos hace sentirnos inseguros, volver a nuestra condición de creaturas débiles. Nos llama a buscar la seguridad en el único firme: el Señor que hizo el cielo y la tierra.

Un texto precioso de san Anselmo nos ayuda: “Deja un momento tus ocupaciones, hombre insignificante, entra un instante en ti mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las preocupaciones agobiantes y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Reposa en Dios un momento, descansa siquiera un momento en él. Entra en lo más profundo de tu alma, aparta de ti todo, excepto Dios y lo que puede ayudarte a alcanzarlo; cierra la puerta de tu habitación y búscalo en el silencio” Oficio de lecturas viernes I de adviento
Oremos con la oración del lunes primero de adviento: concédenos, Señor Dios nuestro, anhelar de tal manera la llegada de tu Hijo Jesucristo, que cuando llame a nuestras puertas, nos encuentre velando en oración y cantando sus alabanzas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Pbro. Ramón Tapia Rodríguez, Párroco.