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EDD. lunes 21 de noviembre de 2016.

Lunes de la trigesimocuarta semana del tiempo ordinario.


La Presentación de la Santísima Virgen María

Memoria obligatoria
Color: blanco
Más allá de unos antiguos escritos que relatan la Presentación de la Virgen María en el Templo, las Iglesias de Oriente y de Occidente hacen memoria este día de la ofrenda que la Virgen Inmaculada hizo de sí misma al Señor en los albores de su vida conciente. Todos los cristianos pueden descubrir en María “llena de gracia” el modelo de la vida consagrada.
Antífona de entrada            Cf. Jdt 13, 18. 19
El Señor, el Dios altísimo, te ha bendecido a ti, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Él ha engrandecido tanto tu nombre, que los hombres no dejarán de alabarte.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Padre, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que cuantos la veneramos en esta gloriosa conmemoración, merezcamos también participar de la plenitud de tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Primera Lectura
Alégrate, hija de Sión, porque Yo vengo
Lectura de la profecía de Zacarías 2, 14-17
Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque Yo vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor-.
Aquel día, muchas naciones se unirán al Señor: ellas serán un pueblo para Él y habitarán en medio de ti. ¡Así sabrás que me ha enviado a ti el Señor de los ejércitos!
El Señor tendrá a Judá como herencia, como su parte en la Tierra santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén.
¡Que callen todos los hombres delante del Señor, porque Él surge de su santa Morada!
Salmo responsorial Lc 1, 46-55
R/. El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.
Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.
Porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas; ¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquéllos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.

EVANGELIO

Aclamación al Evangelio  Lc 11, 28
Aleluya.
Felices los que escuchan la palabra de Dios y la practican. Aleluya.
Evangelio
Señalando con la mano a sus discípulos, dijo: éstos son mi madre y mis hermanos.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   12, 46-50
Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”.
Jesús respondió. “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Comentario al evangelio de Regnum Christi.
Ver en :  http://homiletica.org/legionarios/legionariosdecristoD0705.htm

Para seguir a Jesús, no basta decir que se cree en Él. No es suficiente formular propósitos día tras día y luego dejarlos olvidados o abandonarlos a medio camino. Quien vive así tiene una fe como muerta. Si la fe es verdadera, se convierte en amor, se traduce y expresa en la caridad. Una fe sin obras, sin caridad, sin fruto no es una fe genuina. La fe se ha de manifestar en una vida nueva según Dios. Las consecuencias de una fe de palabra que no se encarna en las obras son tristes y desconsoladoras. La auténtica amistad con Cristo influye en la vida y se consuma en el amor al prójimo. Tampoco podemos caer en el otro extremo de realizar obras aparentemente buenas pero que no estén motivadas por el amor a Dios o por la pureza de intención. La hipocresía, la búsqueda del propio bien o el deber por el deber no nos santifican. Imitemos el ejemplo de la Virgen María que supo siempre amar a Dios con su fe y sus obras.