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Homilía para la Eucaristía del Domingo 06 de Noviembre de 2016

DOMINGO XXXII.
2Macabeos 7,1-2.9-14: Libro histórico que con un estilo dramático pretende animar al pueblo a la fidelidad en tiempos difíciles. En el texto de hoy, la tortura y martirio de los hermanos Macabeos, que sostienen la esperanza cierta en la fidelidad de Dios y en la resurrección.
Lucas 20,27-38: Discusión sobre la resurrección de los muertos. Los saduceos niegan la resurrección; se basan en la ley del levirato para atacar y ridiculizar a Jesús, pero el Señor les hace ver el error en que se encuentran.
 
1.- Hoy vuelve la Palabra a tocar un tema muy actual: la VIDA. Todos decimos creer en la vida; de acuerdo. Pero los que tenemos fe tenemos una visión distinta. En tiempos de Jesús existían los saduceos. Era un partido político-religioso, materialista; negaban la resurrección, oportunistas, buscaban la simpatía con los romanos. Por eso atacan a Jesús y lo tratan de poner en ridículo. Ellos, como muchos otros, creen sólo en la vida física, no hay una mirada más allá en su existencia. Y al no creer en la resurrección niegan toda trascendencia.
Las autoridades se coluden para atacar a Jesús. Primero son los escribas, luego los maestros de la ley, le siguen los fariseos; ahora el turno es de los saduceos. Pero Jesús les dice que están en un error, ya que ellos solamente creen en la vida física, animal.
 
2.- La postura de Jesús es diferente, ya que para Él hay una vida diferente. Dios es un Dios de vivos y la muerte no es ningún obstáculo. Los que han muerto están vivos ante Dios y con una vida distinta y mejor. La vida que llamamos eterna es plena, no tiene ninguna limitación. Nosotros, con Jesús, creemos en la vida plena. En este mundo la vida, por bella que esta sea, no es plena, la limita la fragilidad, la enfermedad, los defectos, la muerte. En este mundo el ser humano necesita multiplicarse, en la vida plena no.
Nosotros, al creer en la vida plena-eterna, ya en este mundo vivimos, debemos vivir, proyectados hacia la plenitud. La resurrección no es continuación de la vida física-terrenal. Resurrección es más que un simple volver a la vida; es vida nueva, plena. Resurrección es transformación, es Paso = Pascua. Y esto es lo que da sentido a nuestra existencia.
 
3.- Hoy, como ayer, son muchos los que no creen en esto. Más aún, en una época de tanto racionalismo son muchos los que le niegan a la razón (a la diosa razón) la capacidad de conocer más allá de los sentidos. Son los modernos saduceos, intelectuales materialistas, que sólo aceptan como realidad lo que captan los sentidos o demuestra la razón. Pero no se dan cuenta que el ser humano también puede captar lo trascendente con su razón. Una persona que niega esto está ciega y no sabe valorar la vida en lo que es. El materialismo, sea de izquierda o de derecha, siempre atenta contra la dignidad de la persona y de la vida. Y creo que no hace falta demostrar esto.
 
4.- Los Macabeos en su tiempo, los creyentes de todas las épocas, han sabido superar las dificultades y los tormentos que se les aflige gracias a su fe en la vida plena. Los cristianos de todos los tiempos siempre dirán Sí a la vida plena y, por ende, a esta vida terrenal, y No a toda manifestación de muerte como ser: aborto, armamentismo, guerras, torturas, atropellos, mentiras, corrupción, injusticias, etc. Decimos No a la muerte y Sí a la vida.
Hoy proclamamos la vida. Pocos días atrás celebrábamos a Todos los Santos y recordábamos a nuestros seres queridos que ya partieron, porque creemos que todos viven ante Dios.
Por eso, en la tribulación, en la dificultad, con el salmista también nosotros podemos decir: “Escucha, Señor, mi demanda…protégeme como a las pupilas de tus ojos…” ya que creemos en Aquel que no defrauda. Esta es la fe y esperanza de los Macabeos, de los cristianos torturados por el Estado Islámico y por otros regímenes, también en occidente.
Hoy celebramos a Jesús, vencedor de la muerte, el Resucitado que reina vivo. Y con El entramos ahora en comunión de vida. Celebremos.
Hermano Pastor Salvo Beas.
Párroco de San Miguel.