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EDD. jueves 06 de octubre de 2016

Jueves de la vigesimoséptima semana del tiempo ordinario.
San Bruno, presbítero
Memoria libre 
Color: blanco
Después de haber enseñado en Reims durante mucho tiempo, Bruno (1035-1101) se retiró en el macizo de la Cartuja con algunos discípulos para dedicarse a la penitencia y a la contemplación. Con sus hermanos, adoptó un estilo de vida que unía la soledad de los eremitas y un mínimo de vida en común. Murió en una ermita de Calabria.
Antífona de entrada
El Señor bendecirá a los hermanos que, unidos, glorifican a Dios.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que llamaste a san Bruno para servirte en la soledad, concédenos, por su intercesión, que en medio de la inestabilidad de este mundo nuestra vida esté siempre orientada hacia ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
¿Ustedes recibieron el Espíritu por las obras de la Ley o por haber creído en la predicación?
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia    3, 1-5
Gálatas insensatos, ¿quién los ha seducido a ustedes, ante cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado? Una sola cosa quiero saber: ¿ustedes recibieron el Espíritu por las obras de la Ley o por haber creído en la predicación? ¿Han sido tan insensatos que llegaron al extremo de comenzar por el Espíritu, para acabar ahora en la carne? ¿Habrá sido en vano que recibieron tantos favores?
¡Ojalá no haya sido en vano! Aquél que les prodiga el Espíritu y está obrando milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la Ley o porque han creído en la predicación?
Salmo responsorial   Lc 1, 69-75
R/. ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel!
Nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas.
Para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza.
Se acordó del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida.
Aclamación al Evangelio   Cf. Hech 16, 14b
Aleluya.
Señor, abre nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.
Evangelio
Pidan y se les dará.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   11, 5-13
Jesús dijo a sus discípulos:
Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies, ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!
 
Comentario del Evangelio por Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390), monje.  Homilía nº 16, 3ª colección.
 
“¡Cuánto más vuestro Padre celestial os dará el Espíritu Santo!”
 
Para obtener el pan para el cuerpo, el mendigo no experimenta ninguna dificultad para  llamar a puerta y pedir; si no lo recibe, entra más adentro y sin enfado por el pan, pide vestidos o sandalias para aliviar su cuerpo. Mientras no recibe algo, no se va, aunque se le eche. Nosotros, que buscamos el pan celeste y verdadero para fortalecer nuestra alma, que deseamos revestir los hábitos celestiales de luz y aspiramos a calzar las sandalias inmateriales del Espíritu para consuelo del alma inmortal, cuánto más debemos, incansable y resolutamente, con fe y amor, siempre pacientes, llamar a la puerta espiritual de Dios y pedir, con una constancia perfecta, ser dignos de la vida eterna.
Es así que el Señor “propuso una parábola para explicar cómo tenían que orar siempre sin desanimarse” (Lc 18,1) y después añadió estas palabras: “Cuanto más vuestro Padre celestial hará justicia a los que le piden día y noche” (v. 6). Y además, refiriéndose al amigo: “Si no es por ser amigo que se lo da, se levantará a causa de su insistencia y le dará todo lo que tenga necesidad”. Y añade entonces: “Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abre”. Y prosigue: “Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial os dará el Espíritu Santo a los que se lo piden!” Es por esto que el Señor nos exhorta a pedir siempre, incansablemente y con tenacidad, a buscar y llamar continuamente: porque él ha prometido dar a los que piden, buscan y llaman, no a los que no piden nunca. Él quiere darnos la vida eterna siendo orado, suplicado, amado.