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EDD. sábado 27 de agosto de 2016 .

Sábado de la vigesimoprimera semana del tiempo ordinario.
http://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2016-08-27

Santa Mónica
Memoria obligatoria
Color: blanco
Mónica (331-387) fue la madre de san Agustín. Cuando éste perdió la fe, las lágrimas de Mónica subieron hasta Dios como una oración silenciosa. Por eso, la conversión de su hijo la llenó de alegría y sintió que no tenía más que esperar en esta tierra. Murió en Ostia, cuando se preparaba para volver a su tierra natal.
Antífona de entrada            Cf. Prov 31, 30. 28
La mujer que teme al Señor merece ser alabada; su marido la elogia y sus hijos la felicitan.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, consuelo de los afligidos, que aceptaste con misericordia las lágrimas de santa Mónica por la conversión de su hijo Agustín; te pedimos, por la intercesión de ambos, que sintamos dolor por nuestros pecados y podamos alcanzar la gracia de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Como el sol que se eleva, así es el encanto de la buena esposa en una casa ordenada.
Lectura del libro del Eclesiástico  26, 1-4. 13-16
¡Feliz el marido de una buena esposa: se duplicará el número de sus días!
La mujer hacendosa es la alegría de su marido, y él vivirá en paz hasta el último de sus días.
Una buena esposa es una gran fortuna, reservada en suerte a los que temen al Señor: sea rico o pobre, su corazón será dichoso y su rostro estará radiante en todo momento.
La gracia de una mujer deleita a su marido y su buen juicio lo llena de vigor.
Una mujer discreta  es un don del Señor, y no tiene precio la esposa bien educada.
Una mujer pudorosa es la mayor de las gracias y no hay escala para medir a la que es dueña de sí misma.
Como el sol que se eleva por las alturas del Señor, así es el encanto de la buena esposa en una casa ordenada.
Salmo responsorial    130, 1-3
R/. ¡Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor!
Mi corazón no se ha enorgullecido, Señor, ni mis ojos se han vuelto altaneros. No he pretendido grandes cosas ni he tenido aspiraciones desmedidas.
Yo aplaco y modero mis deseos: como un niño tranquilo en brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí. Espere Israel en el Señor, desde ahora y para siempre.
EVANGELIO
Aclamación al Evangelio   Jn 8, 12
Aleluya.
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz de la vida”, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio
Me llevaba en las andas del pensamiento, para que Tú dijeses al hijo de la viuda: Joven, Yo te lo ordeno, levántate.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 7, 11-17
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar el hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: “No llores”. Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: “Joven, Yo te lo ordeno, levántate”.
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo”.
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

 

Reflexión – Catholic.net


Hay una diferencia abismal entre las demás religiones y el Cristianismo. En las demás, el hombre va en busca de Dios. En el Cristianismo es Dios el que busca al hombre.
Y en la Iglesia Católica, fundada por Cristo, lo vemos todos los días. Este Evangelio es una prueba más del amor de Dios hacia nosotros, que es infinito. Tiene el arrojo y tesón del amor de padre y el candor y profundidad del amor de madre. Cristo al ver a la viuda que se le había muerto todo lo que tenía en el mundo, se compadece de ella. Del Corazón de Cristo brota esa necesidad de consolar a la viuda y le vuelve a entregar a su hijo. Y así como Cristo entregó alegría a esta viuda, hoy día Cristo entrega a muchos padres angustiados su joven hijo que se fue de casa días atrás, ablanda los corazones de los esposos a punto de separarse, inspira a los grandes empresarios a cambiar de actitud hacia sus colaboradores y, en vez de hundirles en deudas estratosféricas, hacen un trato para arreglar cuentas, etc.
Dios sigue obrando milagros para que nosotros podamos ser felices en Él. Es imposible que a Dios le guste vernos tristes, porque nos ama. Pero si lo estamos… ¿acaso será porque no le hemos permitido a Cristo entrar en nuestras vidas? Pidamos hoy esta gracia a Cristo Eucaristía.