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Homilía para la Eucaristía del Domingo 07 de agosto de 2016

Paz y Bien a todos ustedes.

DOMINGO XIX.

Sabiduría 18,3.6-9: reflexión sapiencial sobre la Historia de Israel, especialmente la Noche de la liberación: Dios es quien actúa salvando a su Pueblo del peligro; Dios es quien dirige el destino de su Pueblo.

Lucas 12,32-48: Jesús exhorta a la confianza en Dios que da la salvación, pero hay que saber esperar con fidelidad.

1.- El domingo pasado la Palabra nos enseñaba cómo ser y estar frente a las cosas, evitando la ambición. La Palabra nos previene contra el peligro de las riquezas. La preocupación más importante es el Reino de Dios, el cual es un don de Dios, el mejor de los dones. El que acepta el don del Reino es capaz de posponerlo todo. En el versículo anterior dice: “Busquen el Reino de Dios y lo demás se les dará por añadidura”. Esta actitud de desprendimiento, consecuencia de la aceptación del Reino, es indispensable para vivir plenamente la esperanza en el Señor. Esperar al Señor exige fidelidad y mucha vigilancia. El afán desmedido de las riquezas distrae de lo fundamental, el Reino de Dios. Nada debe distraer al discípulo de lo esencial. Por eso el texto invita a la vigilancia. Y el Señor nos pone la comparación del dueño de casa que cuida la casa para que no le roben. Bien sabemos cómo los ladrones son capaces de burlar todo sistema de seguridad. De ahí el valor que tiene la exhortación a la vigilancia.

2.- Otra cosa que podemos desprender del texto es la responsabilidad fiel. Saber responder fielmente a lo que el Señor nos ha encomendado..

Si bien es cierto que, como dice el libro de la Sabiduría,  es Dios quien dirige el destino del mundo, no obstante el Señor todo lo ha puesto en manos del hombre. Pero el hombre no es dueño de la creación, sino simplemente su Administrador. Lo que se espera de un administrador es que cumpla fielmente con lo encomendado. Dios entrega el USO de todo; sin embargo hoy existe el abuso en todo. Y eso es malo para el mundo, malo para la misma humanidad. El texto del evangelio es elocuente: “Feliz aquel a quien su Señor al llegar lo encuentre ocupado”. Un creyente no puede ser ocioso ni irresponsable frente a las cosas, frente a la vida.

3.- Dios ha puesto en nuestras manos algo muy maravilloso y admirable. Algo que debemos saber tratar y cuidar. Pero, desgraciadamente, el ser humano con su inteligencia está abusando y destruyendo lo que Dios le dio en administración. Hacia donde miremos hay mala administración: en el campo, en el clima, en la medicina, en lo tocante a la vida. Un científico cristiano debe saber manejar todo con respeto.

Hoy existe mucha sensibilidad por los animalitos. Que también exista respeto por lo más maravilloso de la creación: la persona humana. Hemos de saber ser buenos administradores, incluso de la “Cosa pública”, buscando el Bien Común de todos.  ¡Nadie es dueño de nada, ni de nadie! Somos simples administradores y se nos pide fidelidad y responsabilidad.

Y hoy hay muchos que hacen mal uso de la autoridad puesta en sus manos. La autoridad es un servicio, no para adueñarse de los pueblos, de las personas y, menos aun, de los bienes de ala gente.

4.- Cuando el Señor vuelva ¿cómo nos encontrará? La venida del Señor será al final de los tiempos y en la muerte de cada uno de nosotros. Pero el Señor está viniendo en todo  momento, sobre todo en los acontecimientos de la vida, en los sacramentos, en la comunidad, en los necesitados. Estas venidas exigen del creyente mucha responsabilidad y discernimiento. Y para ello es necesario vivir siempre atentos y prontos para responder fielmente al Señor.

Hoy viene en la Eucaristía. Que su venida sirva para despertarnos de nuestro letargo y nos haga a todos buenos administradores de lo que a El pertenece. Celebremos, hermanos.

                                                                                       Hermano Pastor Salvo Beas.

                                                                                          Párroco de San Miguel.