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Homilía para la Eucaristía del domingo 26 de junio de 2016

Paz y Bien a todos. Y un feliz invierno, hermosa temporada…como la del verano. Un abrazo. Pastor.

DOMINGO XIII.

1Reyes 19,16.19-21: Eliseo es llamado para seguir a Elías. Por esta razón sacrifica lo que tiene: su yunta de bueyes.

Lucas 9,51-62: dos enseñanzas sobre el seguimiento:

Una, el discípulo debe hacer el bien a los que lo odian y rechazan.

Dos: Jesús propone condiciones a los que quieran seguirle: renunciar a todas las seguridades, el llamado no admite dilaciones, no se debe añorar lo que se ha dejado.

1.- Está claro por dónde va el mensaje de hoy: el seguimiento. Si bien es cierto el ser discípulo es una vocación– un llamado hecho por el Señor (o por el Profeta), también es una decisión y una opción hecha por el hombre, por el creyente. Si somos cristianos lo somos porque hemos decidido serlo. Pero, ¿será cierto esto? Porque muchos son cristianos por tradición, porque no conocieron otra religión. Qué distinta es la actitud del convertido, de aquel que sintió el llamado y presencia del Señor en su vida y optó por El. Y esto es lo que se espera de un católico hoy en nuestra patria, que haya conocido al Señor y se haya convertido. Cuando en la vida optamos por algo o por alguien esto nos hace firmes y decididos. Esto sucede en todas las circunstancias de la vida. Para un cristiano el optar por Cristo es la opción fundamental, la que da sentido a otras opciones en su vida. Porque hay opciones que las podríamos calificar de “circunstanciales”. Por ejemplo, un creyente opta fundamentalmente por Cristo, pero luego puede optar también por el matrimonio, la Vida religiosa, el celibato. Estas son opciones circunstanciales. Quien lopta por una de estas formas de vida se obliga, pasa a ser una opción esencial.

2.- Hoy hay una crisis de opción, la gente no se atreve a optar. Por eso hay menos cristianos convencidos, menos casados, menos religiosos. Hoy se prefiere vivir “así no más”, lo que la vida nos depare. Y hay crisis de opción porque todos intuyen que para optar hay que renunciar. Si uno deja algo siempre es por una opción mejor. El ser cristiano es una opción que vale la pena, es por algo mejor. Ejemplo nos dasan Pablo cuando en su carta a los Filipenses 3,7-9 dice: “Todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida a causa de Cristo. Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él he sacrificado todas las cosas a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a Él”. Pablo optó por el Señor, vio que le convenía. Lo mismo sucede cuando opta por un estado de vida. Opta porque se siente llamado a esa vida y está dispuesto a correr el riesgo. Pero, como ya dije,  muchos no optan porque no quieren renunciar, ni correr el riesgo.

3.- Jesús pone exigencias para su seguimiento. Llama la atención la primera exigencia: renunciar a las seguridades. En Eclesiástico 36,26-27 se lee: “¿Quién puede fiarse de un salteador que va rápidamente de ciudad en ciudad? Así sucede con el hombre sin nido, que se alberga donde lo sorprende la noche”. Y en otro pasaje se lee: “Triste vida es andar de casa en casa: donde eres un extraño, no puedes abrir la boca” (29,24). Jesús es eso: un hombre sin nido, no es digno de confianza. Es peligroso seguir a un vagabundo, porque no da seguridad. Pero no; con el salmo responsorial podemos también nosotros decir: “el Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡Tú decides mi suerte!”.

¿En dónde o en qué ponemos nosotros nuestra seguridad? El domingo pasado la Palabra nos decía que nosotros somos discípulos de Aquel a quien traspasaron, torturaron y mataron. Hoy se nos dice cómo optar.

4.- La Palabra es siempre actual. Muchos de nosotros al ver por la TV cómo ultrajaban un Cristo en las afuera de un templo ¿acaso no deseamos que cayera fuego del cielo? Pero el Señor nos dice NO. ¿Acaso no es un riesgo saludar a un cura conocido en la calle cuando vamos con amigos? No nos sentimos bien, ya que es gente peligrosa. ¿Acaso no nos sucede que preferimos volver atrás, añorar el pasado, cuando se pone pesada la pista?

Sea como fuere, hoy, en esta Eucaristía tenemos la oportunidad de optar por El, decididos a correr el riesgo, porque es el Señor quien decide nuestra suerte. Hay que hacer lo de Hernán Cortés: él quemó las naves para no volver atrás. Y tú ¿qué naves vas a quemar?

Hno. Pastor Salvo Beas.

Párroco de San Miguel.