Skip to main content

Homilía para la Eucaristía del domingo 19 de junio de 2016.

Un cordial saludo a todos ustedes. Que el Señor les dé a todos su Paz y Bien. Un abrazo. Hno. Pastor.

DOMINGO XII.

Zacarías 12,10-11.13,1: Misterioso oráculo. Jerusalén será salvada después de llorar amargamente al que ellos traspasaron. Palabras que el evangelio de Juan aplica a Jesús,  cuyo costado abierto es fuente de salvación, de purificación.

Gálatas 3,26-29: todos somos hijos en el Hijo; por eso todos tenemos una común dignidad.

Lucas 9,18-24: dos aspectos: uno, la profesión de fe de Pedro; dos, el anuncio de la Pasión y condiciones para seguir a Jesús.

1.- Sigue siendo válida la pregunta de Jesús: “¿Quién dice la gente que soy Yo?” Porque Jesús es el gran ignorado, desconocido de la gente. Mucho se ha dicho y se dice de Jesús. Basta con meterse en el “You tube” para darse cuenta de tantos errores que se dicen de Jesús. Otro tanto en el pseudo científico canal “Discovery Channel”. Y a Jesús le interesa saber qué piensan sus discípulos de Él, porque la gente de esa época tenía ideas insuficientes o erróneas. Pedro confiesa que Jesús es el Mesías o Ungido que viene de parte de Dios. Pero esta respuesta es todavía insuficiente. Porque Jesús no es un Mesías político y nacionalista. El es otra cosa; por eso ordena que no lo repitan. Pero, entonces, ¿quién es Jesús? Los evangelios se encargan de decirnos con exactitud quién es Él.

2.- Basándose en Zacarías (primera lectura) san Juan nos dirá que Él es el “Traspasado”. Es decir, Jesús es puesto por Dios como “la Fuente abierta para la casa de David…a fin de lavar el pecado y la impureza” (Zacarías 13,1). Ya la primera generación cristiana supo descubrir en Jesús al Mesías = el Traspasado para nuestra salvación. Quien muere por nosotros es el verdadero Cordero de Dios, Él es quien quita el pecado del mundo. Esto no lo pueden comprender los discípulos, no cabe en su mentalidad. Sólo a la luz de la resurrección comprenderán a cabalidad el Misterio de Jesucristo.

Tampoco lo comprende el mundo, el hombre carnal, ya que sólo valora el tener, lo que produce, lo que aparece y brilla. Dijo el Señor a Samuel: “el hombre mira la cara, Dios ve el corazón” (1Samuel 16,7). Nosotros  tenemos fe en Jesús, el “Traspasado” por nuestros pecados.

3.- Nosotros somos o queremos ser seguidores de Jesús. Pero el Señor pone condiciones para ser sus seguidores o discípulos. Lo dice claramente en el evangelio: renunciar a uno mismo y cargar con la cruz. Para ser discípulo es necesario no centrarse en sí mismo, no ser autorreferentes. Hay que tener a Jesús como punto de referencia en todas las decisiones y acciones. Además habrá que aceptar las renuncias que se deben hacer cada día para librarse del individualismo y abrirse al evangelio.

Hoy, como siempre, se habla de revolución. Para muchos revolución es sinónimo de destrucción y caos. Pero eso no basta. Hermanos, ser cristiano es ser revolucionario. El que pretenda seguir a Cristo debe hacer en su vida una “revolución copernicana”. Así como Copérnico revolucionó la astronomía al demostrar que no es la tierra el centro en torno al cual gira el sol, sino al revés. Del mismo modo, no es el hombre el centro, sino Cristo. Él es la razón de ser del cristiano. Cuando el hombre se descentra deja de ser narcisista y busca el bien de los demás. Sólo quien sabe morir a Sí mismo tiene vida en plenitud. Pregúntenselo al Pobre de Asís.

4.- Estaos reunidos como discípulos-seguidores y misioneros de Jesucristo. Por ser de Cristo todos somos Uno en Él, como nos lo dice san Pablo hoy. En el bautismo fuimos revestidos de Cristo. Tenemos que identificarnos con Cristo, ser como Él.  Sólo así seremos verdaderos discípulos del Señor.

Al hacer hoy la Comunión nos revestimos de El y llegamos a ser Uno en Cristo. Nos podemos acercar a Él, la única Fuente de agua que puede saciar esa sed de plenitud y que nos purifica.

Si celebramos al Señor también lo confesamos y reconocemos como el verdadero Mesías, que fue traspasado por nosotros. El único a quien queremos seguir de verdad.

 

                                                                    Hermano Pastor Salvo Beas.

                                                                         Párroco de San Miguel.