Homilía para la Eucaristía del Domingo 12 de junio de 2016
Hermanos, a la distancia me uno a ustedes. Dios les bendiga y les guarde. Su Hermano Pastor.
DOMINGO XI.
2Samuel 12,7-10.13: el reproche de Natán a David. Este reconoce su pecado: se arrepienta y es perdonado.
Gálatas 2,16.19-21: el evangelio de Pablo: Dios nos justifica por la fe en Jesucristo, no por las obras de la Ley. La muerte de Jesucristo nos libera de la Ley.
Lucas 7,36-8,3: dos aspectos: Jesús perdona a la pecadora y es seguido por varias mujeres.
1.- Los evangelistas Mateo y Marcos nos dicen que Jesús comenzó a proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios que está cerca. Anunciar el Reino equivale a proclamar la salvación. Porque en verdad en Jesucristo el Reino de Dios está presente y viene a salvar a todos. Ya su Nombre indica su misión: “Dios salva”. Por eso, todo el ministerio de Jesús fue salvar a todos, salvar de lo que aflige al ser humano. Y lo que más aflige al ser humano es el pecado, ya que es muerte y acarrea muerte.
2.- Hoy se nos proclama esta Buena Noticia: Dios perdona nuestros pecados. Es interesante ver cómo los tres textos de hoy nos hablan de lo mismo. Podemos ver en ellos algunos aspectos. Primero: el profeta le echa en cara el pecado al rey David y éste reconoce su pecado. Creo que es fundamental esto para poder ser perdonado. Quien no acepta-reconoce su pecado no está en condiciones de ser perdonado.Segundo: Dios es el que perdona. El no nos perdona porque le hayamos amado nosotros; no. ¡Nos perdona porque nos amó primero!, como dice 1Juan 4,19.
Tercero: se destaca el valor de la fe. Las promesas y los dones de Dios se reciben por Jesucristo y por la fe en El, no por cumplir la Ley. La fe en el poder de Dios es superior a cualquier ley. La Ley no perdona pecados, sino sirve de guía. Cristo es quien le da a la Ley su plenitud.
3.- Lucas, el evangelista de la misericordia, es quien más destaca esta faceta del Reino de Dios. El Señor perdona y perdona de una manera radical, profunda. En Jesús se manifiesta el Rostro misericordioso de Dios. Y es una manifestación concreta, ya que perdona a personas concretas. Perdona a esta mujer porque, como dice el texto: “tu fe te ha salvado”. Su fe en el Señor le salvó. Muchas veces aparece esta expresión en el evangelio.
Otra faceta con la que el Señor manifiesta el Reino de Dios es lo que acabamos de escuchar al final del texto. El en su recorrido era seguido, acompañado de discípulos, lo que no es raro; muchos predicadores tenían discípulos, el Bautista los tuvo. Lo insólito es que le seguían también mujeres, discípulas. En una sociedad machista como la de entonces Jesús rompe esquemas. Si la sociedad judía excluía a las mujeres, Jesús las incluye. Si los niños no eran considerados, Jesús pide que se le acerquen. Si los leprosos eran excluidos de la sociedad, Jesús los sana e incorpora. En Lucas 7,22 leemos: “vayan y díganle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la Buena Noticia”. Tenemos, pues, dos señales de salvación, de presencia del Reino: el perdón y la incorporación de los excluidos.
4.- Hoy tenemos que hacer creíble este mensaje de Jesús, el Mensaje del Reino. ¿Cómo? Proclamando la misericordia, el perdón de Dios. Estamos en el Año de la Misericordia. Pero también, como dice el Papa Francisco, hemos de ser una Iglesia en salida, abierta, perdonadora. Una Iglesia que incluye, incorpora, no que excluye y discrimina. Eso quiere Dios, eso trae Jesús, el Señor.
No dudo que todos nosotros hemos sido perdonados por el Señor, porque El nos amó primero. Se nos pide que sepamos amar. ¿Cómo? Teniendo misericordia con los demás y siendo abiertos a todos, sin excluir a nadie.
Si poco se ve esto quiere decir que Dios no reina en medio nuestro. Hoy hay injusticias, odios, atropellos, violencia. Pero aquí en la Eucaristía el Señor hace presente el Reinado de Dios. Aquí todos somos Uno en Cristo y todos experimentamos salvación.
Celebremos, entonces, con gozo este Misterio del Reino de Dios.
Hermano Pastor Salvo Beas.
Párroco de San Miguel.