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Homilía para la Eucaristía del domingo 05 de junio de 2016.

Un cordial saludo y abrazo fraterno. Recen por mí; yo lo hago a diario por ustedes. Hno. Pastor.

DOMINGO DIEZ DEL AÑO.

1Reyes 17,17-24: en un contexto de fiesta de la fecundidad (Baal dios de la fecundidad y la vida) este milagro de Elías demuestra que sólo Yahvé es la Fuente de la vida. La viuda, una no judía, reconoce que Elías es un hombre de Dios, portavoz de Yahvé.

Lucas 7,11-17: Jesús, Palabra de Dios presente entre nosotros, es quien da vida al joven. Se resalta el poder salvador y vivificante de la Palabra de Cristo, Fuente de vida.

1.- Vivimos la muerte; el morir es propio de nuestra naturaleza. Da la impresión que la muerte es la última palabra para la realidad humana. La muerte nos sorprende, irrumpe en nuestra existencia. No nos gusta la muerte, a nadie le gusta la muerte. Por más que nos rebelemos tenemos que admitir que somos mortales. Y la desgracia está que no sabemos asumir la muerte en nuestra naturaleza.

El ser humano, en todas las culturas, ha reaccionado frente a la realidad de la muerte celebrando la vida. Los cananeos celebraban anualmente la fiesta de la resurrección de la naturaleza, centrada en el dios Baal, considerado esposo de la tierra, el que fecunda la tierra. Lo mismo aparece en culturas americanas y andinas, donde la tierra es la madre que fecunda la vida (la Pacha Mama).

2.- Pero frente a esta realidad de nostalgia por la vida irrumpe con fuerza la cultura de la muerte. A nivel mundial se quiere implantar esta cultura y nosotros no estamos exentos de esta pandemia de muerte. Para justificarla se racionaliza la muerte. Así hoy se justifica el aborto, la eutanasia, el armamentismo, la droga. Se pretende legalizar todo asomo de muerte y así quedar conformes.

El ambiente actual es similar al que imperaba en Canaán. Entonces surgió Elías, el Profeta que lucha por la verdad y por el Señor, única fuente de vida. La señal de Elías es elocuente: por medio de él Dios se muestra misericordioso con una viuda, imagen del desamparado.

3.- Jesús en Naím, se manifiesta como el “Dios que ha visitado a su Pueblo”. Visita significa que es Dios quien se acerca para salvar. Jesús es la visita gratuita de Dios. Se acercó conmovido al féretro, la vida a la muerte. También es una viuda la favorecida, el Señor tiene misericordia de los desvalidos, de los pobres. Jesús, Palabra creadora y vivificante del Padre, es quien se acerca y se hace presente para crear y comunicar vida.

También hoy el Señor es “Visita de Dios”, es cercanía de Dios. Es el “Emmanuel” = Dios con nosotros.

Cada uno de nosotros debe ser otro Elías, el hombre celoso de la causa de Dios. Hoy la gente, como la de Canaán, se ha olvidado de Dios y rinde culto a los ídolos. El ídolo es un monstruo que siempre tiene hambre y sed de víctimas. Ídolo que tiene muchos nombres, pero un solo resultado. Así, tenemos al ídolo de la droga que produce robos y muertes, el de la lujuria que produce abortos-muertes, el de la ambición que produce peleas fratricidas y muertes, el del poder que crea el armamentismo-la muerte, el de la avaricia que produce la corrupción en los grandes y poderosos.

4.- Hoy Jesús se aproxima a nosotros. A cada uno nos dice: “No llores”, no te lamentes. A cada uno de nosotros nos está diciendo: “levántate”, no te quedes postrado, muerto. Mira que Yo soy la vida y he venido para que ustedes tengan vida en abundancia.

Aceptemos al Señor que viene a visitarnos, a todos y a cada uno. Al encontrarnos con El en la comunión bien podemos decir: “Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste”. Con la viuda, la pobre de Yavé, podemos también decir: “Ahora sí reconozco que Tú eres el Hijo de Dios”.

Hermano Pastor Salvo Beas. Capuchino.

Párroco de San Miguel.