Skip to main content

Preparando Encuentro de Guardianes : Hualpén – 21 y 22 de Mayo de 2016.

LA GRACIA DE REUNIRNOS: Viviendo la misericordia de Dios.
 
En la historia vocacional de nuestro hermano Francisco descubrimos como Dios ha fue obrando en su vida misericordiosamente: le dio una norma, el  Evangelio; un lugar donde vivirlo, la Iglesia; un medio concreto, la fraternidad; etc… Desde esta óptica, para Francisco como para nosotros sus seguidores, la fraternidad es un Gracia, un don que Dios nos regala para vivir en su misericordia. Es la fraternidad un lugar de gracia porque nos permite compartir nuestra vida, nuestra fe… es un espacio de diálogo, de alegría, de proyección, de encuentro… es un espacio de comunión.
 
Como Laicos Capuchinos estamos llamados a reconocer precisamente esto, en clave de misericordia: la gracia de reconocernos hermanos. Hijos de un mismo Padre, que buscan hacer en su vida el camino de amor que Dios nos ofrece.
 
Nuestro hermano Francisco nos invita a reconocer la fraternidad como el espacio ideal para vivir como hermanos el Evangelio de una manera más profunda. Este espacio es una exigencia del Evangelio. Como tal, estamos llamados a abrirnos a la acción del Espíritu Santo que nos abre la mente y el corazón a la voz de Dios; a la voluntad de Dios Padre, manifestada en su hijo Jesuscristo, de transformar las relaciones humanas desde su raíz para que el hombre pueda vivir de una manera nueva.
 
Como discípulos (creyentes) en Dios e hijos espirituales de Francisco estamos llamados a reconocer como hermanos, es decir, como un don para los hermanos. Y esto nos lleva a comprometernos a vivir de una manera profunda la misericordia de Dios. Estamos llamados a vivir el amor gratuito, universal y total de Dios;  de forma comunitaria y recíproca.
 
Como Laicos Capuchinos debemos ser signo vivo de este amor; por eso al reunirnos no debemos tener miedo de expresar nuestra fe y cariño, de manifestar la alegría de estar juntos, y por sobretodo de reconocernos hijos amados de Dios.
 
El reunirnos es una gracia porque nos permite renovarnos en nuestro camino de fe Cristiana, nos vuelve a comprometer en la tarea de ser dignos servidores de Dios entre los más humildes y sencillos, y nos desafía nuevamente a ser testigos del amor de Dios en el mundo.
 
Hno. Clenic Muñoz.