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Homilía Para la Eucaristía del Domingo 01 de Mayo de 2016.

Homilía Para la Eucaristía del Domingo 01 de Mayo de 2016.
Paz y Bien para todos ustedes.
DOMINGO SEXTO DE PASCUA.
Hechos 15,1-2.22-29: la iglesia se abre oficialmente al mundo de los paganos al resolver un problema teológico: sólo la fe en Jesucristo salva. Los Apóstoles piden a los discípulos que cumplan ciertas normas por el bien y convivencia de la comunidad.
Apocalipsis 21,10-14.22-23: visión de la nueva Jerusalén (la esposa del Cordero). En ella habita Dios, por eso es el Templo de Dios.
Juan 14,23-29: una vez más Jesús anuncia la venida del Espíritu Santo, el que consuela. La presencia de Jesús por medio del Espíritu es importante: recuerda, ilumina y da la paz.
1.- Estamos en un contexto de despedida; Jesús ya no estará físicamente presente entre sus discípulos. Para continuar su presencia entre sus discípulos, Jesús pide al Padre que envíe “otro que consuele”. Jesús presente en medio de ellos fue consuelo y defensor. Ahora viene del Padre y del Hijo el Espíritu Santo. El Señor se refiere al Espíritu Santo como “Memoria” y como “Iluminador”. Él es quien recuerda todo lo enseñado a los discípulos y Él es quien enseña e ilumina para que podamos alcanzar la verdad completa. Este Espíritu continúa la presencia del Resucitado en medio de la comunidad de los creyentes y la asiste en todo momento.
2.- Esta comunidad de discípulos, de creyentes, es abierta, no cerrada. Abierta a todos, no exclusiva para algunos, ya sea por la raza, la cultura, la condición social o las costumbres religiosas. Costó a los primeros cristianos vivir esta verdad y trataron, algunos, de imponer al resto lo que ellos practicaban. Este fue un tema candente. Fue el Espíritu Santo quien les ayudó a descubrir la verdad completa: que lo que salva es la fe en Jesucristo. En otra parte el Señor dirá a Pedro: “No consideres profano o impuro lo que Dios ha purificado” (Hechos 10,15). Al principio Pedro no lo comprendió, tampoco la comunidad. Es el Espíritu Santo el que acompaña e ilumina a su Iglesia, a la Esposa del Cordero.
Vamos descubriendo algunos aspectos que es bueno tener en cuenta. La Iglesia es presentada como Esposa; también es presentada como el Templo, ya que en Ella está la presencia de Dios. Todavía no lo vemos claramente, pero es una tremenda realidad.
3.- Me llama la atención la descripción que se hace en el Apocalipsis de la ciudad: doce puertas que miran a los cuatro puntos cardinales. ¡Todos, vengan de donde vengan, podrán entrar! Esta ciudad puede significar al Pueblo de Dios, la Iglesia, llamada a cobijar a todos, sin excluir a nadie. Suena lindo, pero nos damos cuenta que esto es difícil. Por naturaleza nosotros excluimos, apartamos, calificamos y también descalificamos. Los paganos eran descalificados por los judíos. Hoy, por distintas razones, también hay gente descalificada. Si antes el tema candente fue definir si lo que salva es la fe o las prácticas religiosas, tema no menor, hoy el tema, entre otros, es si los divorciados vueltos a casar pueden comulgar. Y así otros temas. La Iglesia, con la asistencia del Espíritu Santo, va buscando soluciones de carácter pastoral (no doctrinal). Lo importante es dejarse instruir, iluminar por el Espíritu Santo. El está presente, El es quien realiza la presencia del Señor en medio nuestro. El es nuestra Luz.
Tanto en la vida comunitaria como en la personal tenemos que dejarnos guiar, iluminar por el Espíritu del Señor. La vida cristiana está llamada a ser una vida animada y conducida por el Espíritu que mora en nosotros. Sólo así podrá ser una vida en obediencia al Mandamiento del Amor que asegura la morada de Dios en el creyente.
4.- Nosotros por la fe en Jesucristo hemos llegado a ser propiedad de Dios, El ha tomado posesión de nosotros. No es exagerado decir que somos portadores de Dios, somos Templo de Dios porque El mora en nosotros, tanto en la comunidad como en cada uno de nosotros, siempre que vivamos el Mandamiento principal.
Hoy, en la Eucaristía, todo esto es realidad, ya que en Cristo todos estamos en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Todos estamos en comunión entre nosotros. Porque hacemos realidad el amor de Dios en nosotros. Sin comunión con Jesús no hay amor verdadero, y sin él es imposible responder al Padre.
Hermano Pastor Salvo Beas.