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EDD. miércoles 05 de abril de 2016.

Miércoles de la segunda semana de Pascua.
http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=readings&localdate=20160405
Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,17-26.
Intervino entonces el Sumo Sacerdote con todos sus partidarios, los de la secta de los saduceos. Llenos de envidia,
hicieron arrestar a los Apóstoles y los enviaron a la prisión pública.
Pero durante la noche, el Angel del Señor abrió las puertas de la prisión y los hizo salir. Luego les dijo:
«Vayan al Templo y anuncien al pueblo todo lo que se refiere a esta nueva Vida».
Los Apóstoles, obedecieron la orden, entraron en el Templo en las primeras horas del día, y se pusieron a enseñar. Entre tanto, llegaron el Sumo Sacerdote y sus partidarios, convocaron al Sanedrín y a todo el Senado del pueblo de Israel, y mandaron a buscarlos a la cárcel.
Cuando llegaron los guardias a la prisión, no los encontraron. Entonces volvieron y dijeron:
«Encontramos la prisión cuidadosamente cerrada y a los centinelas de guardia junto a las puertas, pero cuando las abrimos, no había nadie adentro».
Al oír esto, el jefe del Templo y los sumos sacerdotes quedaron perplejos y no podían explicarse qué había sucedido.
En ese momento llegó uno, diciendo: «Los hombres que ustedes arrestaron, están en el Templo y enseñan al pueblo».
El jefe de la guardia salió con sus hombres y trajeron a los Apóstoles, pero sin violencia, por temor de ser apedreados por el pueblo.
Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.
Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en El se refugian!
Evangelio según San Juan 3,16-21.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
Comentario del Evangelio por San Antonio de Padua (1195-1231), franciscano, doctor de la Iglesia. Homilías para el domingo y las fiestas de los santos.
“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único”
El Padre nos ha enviado a su Hijo, que es “el don mejor, el don perfecto” (St 1,17). El don mejor, que ningún otro sobrepasa; el don perfecto al que nada se puede añadir. Cristo es el don mejor porque lo que el Padre nos da es su propio Hijo, soberano, eterno como Él. Cristo es el don perfecto, tal como lo dice el apóstol Pablo, “Con él, Dios nos lo ha dado todo” (Rm 8,32)… Nos ha dado a aquél “que es la cabeza de la Iglesia” (Ef 5,23). No podía darnos más. Cristo es el don perfecto porque, dándonoslo, el Padre ha llevado por él todas las cosas a su plenitud”.
“El Hijo del hombre, dice san Mateo, ha venido a salvar lo que estaba perdido” (18,11). Por eso la Iglesia exclama: “Cantad al Señor un cántico nuevo” (Sl 97,1), como si nos dijera: Oh fieles, vosotros a quienes el Hijo del hombre ha salvado y renovado, cantad un cántico nuevo, porque debéis “rechazar todo lo que es antiguo, ahora que se os dan los frutos nuevos” (Lv 26,10). Cantad, porque el Padre “ha hecho maravillas” (sl 97,1) cuando nos ha enviado todo don perfecto, que es su Hijo. “El Señor revela a las naciones su justicia” (Sl 97,2) cuando nos ha dado todo don perfecto, que es su único Hijo, que justifica las naciones y lleva todas las cosas a su perfección.