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Homilía para la Eucaristía del Domingo 28 de febrero de 2016.

DOMINGO III DE CUARESMA.
Exodo: 3,1-8.10.13-15: texto de alto contenido teológico. Podemos distinguir los siguientes elementos: Uno: Dios se da a conocer a Moisés; lo importante aquí es el encuentro de Moisés con el Señor. Dos: Dios decide liberar al pueblo; Moisés solamente es un instrumento, el que libera es Dios. Tres: Dios da a conocer su Nombre: “Yahveh”. El Nombre expresa la identidad de Dios: El es quien está presente junto a su Pueblo. Dios se manifiesta salvando.
 
1Corintios 10,1-6.10-12: la historia de Israel es una lección para nosotros. El éxodo de Israel es modelo del éxodo del cristiano, expuesto a la tentación de volver a la antigua vida pagana.
 
Lucas 13,1-9: en el texto se plantea que las catástrofes y accidentes no son un castigo por los pecados, sino una advertencia, un llamado a un cambio de vida. El que se empecina en el mal acaba peor. La parábola enseña que Dios da tiempo para cambiar de vida y dar fruto. Jesús es el que cuida de la viña, ya que es tiempo de misericordia = Año de Gracia.
 
 
 
1.- Los textos proclamados nos vienen muy bien en este tiempo tan especial que estamos viviendo, el Año de la Misericordia. En verdad, más que hablar del Año de la  Misericordia habría que hablar de “un Tiempo de misericordia”, tiempo que vino a inaugurar el Hijo de Dios al encarnarse en Jesús.
 
Ya Dios se da a conocer en el Antiguo Testamento como “el que es”. Su identidad no es una idea abstracta, filosófica o teológica. Como diría el Papa Francisco “el nombre de Dios es MISERICORDIA. De hecho el salmo responsorial nos dice que Dios es Clemente y compasivo. Nombre que da a conocer no sólo a Moisés, sino a toda la humanidad. Dios se compadece de su Pueblo. En muchas escenas del evangelio se nos muestra a Jesús como el que se compadece de la gente. La experiencia del Pueblo de Dios fue una experiencia permanente de misericordia. Podría decirse que Israel nació como Pueblo por iniciativa de Dios, por un acto de misericordia: “Yo he visto la opresión de mi pueblo… por eso he bajado a liberarlo del poder de los egipcios”.
 
2.- Pero Israel fue duro de corazón; experimentó la misericordia, pero se empecinó en la maldad. No basta con saber que Dios es misericordioso, sino que hay que corresponder a esta gracia. Si la Historia es Maestra de la vida, la historia de Israel, que es Historia de Salvación, es maestra de una vida mejor, ya que nos advierte que debemos saber responder a la gracia de Dios. El acento del mensaje está en la Misericordia, sin eclipsar el deber que todos tenemos de la conversión. En el evangelio siempre se nos está llamando a la conversión, a volvernos a Dios.
 
3.- La gente siempre asocia desgracia con pecado. Si tal desgracia ocurre es porque Dios nos está castigando. Pero el pecado, los desórdenes, el no respeto a la vida son actitudes que nos juzgan y condenan y pueden producir un desenlace peor que si nos cayera una torre encima. ¿Acaso no se está viviendo esto hoy día?
 
Jesús afirma otra cosa a lo que la gente cree. Lo que sucede en la vida es una advertencia, un llamado a la conversión. Muchas desgracias son consecuencias de nuestros propios errores. Lo importante es captar el mensaje: en su misericordia Dios nos tiene paciencia, espera, da la oportunidad. Tenemos que dar fruto, hemos de poner todo lo que está de nuestra parte para responder. En este Tiempo de Gracia el Viñador= Jesús, es quien intercede por nosotros, nos cultiva para que demos frutos.
 
4.- En verdad, “El Señor es bondadoso y compasivo”, El nos tiene paciencia y nos enseña a tener nosotros paciencia con los demás. Porque si el Señor nos tiene paciencia también nosotros debemos tenerla con los demás.
 
Vivimos en una sociedad intolerante, que no admite a los que no se amoldan a sus exigencias, pero, al mismo tiempo, es permisiva con los suyos, con los que no son del Reino. En este contexto estamos viviendo, un contexto difícil. Si el domingo pasado el Señor nos animaba con su Transfiguración, hoy se nos muestra misericordioso, presente con todos nosotros.
 
En esta Eucaristía podemos experimentar esta misericordia del Señor que nos invita a cambiar, ser diferentes a los del mundo. Con la ayuda del Señor presente en nuestra vida podemos permanecer fieles. San Pablo nos dice: “el que se cree muy seguro, cuídese de no caer”. Seamos dóciles.
 
Hermano Pastor Salvo Beas.