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Primera Predicación de Cuaresma del Padre Raniero Cantalamessa a la Curia Romana.

Padre Cantalamessa: ‘El Vaticano II es un afluente y no el río’
El padre Raniero Cantalamessa, predicador de la casa pontificia, ha iniciado este viernes las predicaciones a la Curia por la cuaresma
•19 febrero 2016•Rocío Lancho García•Papa y Santa Sede
The first Advent homily for 2015 by Fr Raniero Cantalamessa
PHOTO.VA
https://es.zenit.org/articles/padre-cantalamessa-el-vaticano-ii-es-un-afluente-y-no-el-rio/
En la primera meditación de cuaresma a la Curia,  el padre Raniero Cantalamessa, ha proseguido con las reflexiones sobre otros grandes documentos del Vaticano II, después de haber meditado en Adviento, sobre la Lumen Gentium. Y así ha asegurado esta mañana que el Vaticano II “es un afluente y no el río”. Recordó que después del Concilio hubo un despertar sobre Espíritu Santo y que ya no es más “el desconocido” en la Trinidad.
Igualmente, aseguró que “si hay un campo en el cual la teología y la vida de la Iglesia católica se ha enriquecido en estos 50 años del post-concilio, sin duda es el relativo al Espíritu Santo”.
El padre Cantalamessa ha reflexionado también sobre el “lugar del Espíritu Santo en la liturgia”.  Cada celebración litúrgica —ha explicado– en cuanto obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, y ninguna otra acción de la Iglesia se iguala en eficacia y con el mismo título y mismo grado.
A continuación, el predicador ha invitado a tomar alguna indicación práctica “para nuestra forma de vivir la liturgia y hacer que se lleve a cabo una de sus tareas primarias que es la santificación de las almas”. El Espíritu –ha subrayado– no autoriza inventar nuevas y arbitrarias formas de liturgia o modificar por propia iniciativa las existentes.
“Él es el único que renueva y da la vida a todas las expresiones de la liturgia. En otras palabras, el Espíritu no hace cosas nuevas, ¡hace nuevas las cosas!”, ha recordado. Asimismo, ha precisado que rezar en el Espíritu significa “permitir a Jesús continuar ejercitando el propio oficio sacerdotal en su cuerpo que es la Iglesia”.
En esta misma línea, el padre Cantalamessa ha indicado que “no basta con recordar de vez en cuando que también existe el Espíritu Santo; es necesario reconocer su papel de eslabón esencial, tanto en el camino de salida de las criaturas de Dios como en el de regreso de las criaturas a Dios”.
Ha explicado que junto a la adoración, “un componente esencial de la oración litúrgica es la intercesión”. En toda su oración, la Iglesia no hace más que interceder: por ella y por el mundo, por los justos y por los pecadores, por los vivos y por los muertos. “También esta es una oración que el Espíritu Santo quiere animar y confirmar”, ha añadido.
La eficacia de la oración de intercesión –ha recordado– no depende de ‘multiplicar las palabras’, sino del grado de unión que se puede lograr con las disposiciones filiales de Cristo.
Por otro lado, ha reconocido que más que palabras de intercesión, se debe, en todo caso, multiplicar los intercesores, es decir, invocar la ayuda de María y de los santos.
El predicador de la casa pontificia ha asegurado que “Dios es como un Padre compasivo que tiene el deber de castigar, pero que busca todas las excusas posibles para no tener que hacerlo y es feliz, en su corazón, cuando los hermanos del culpable lo retienen de hacerlo”.
En la conclusión de su predicación, ha mencionado que “solamente quien defendió al pueblo delante de Dios y llevó el peso de su pecado, tiene el derecho –y tendrá el coraje– después, de gritar contra eso, en defensa de Dios, como hizo Moisés”.